Las fotografías presentan, trasladan, rememoran. Cada fragmento, cada 1/60, 1/125, 1/500 de obturación por segundo, es indicio y evidencia: de un intercambio, de una(s) historia(s), de un encuentro en complicidad.
Personas, paisajes, urbes, montes y valles: la cámara dispara odas y denuncias, homenajes y aullidos. La cámara busca, detecta y captura: la belleza y lo sublime, también el horror y la degradación.
¡Imágenes mías, humanícenme!